El trinquet es, sin lugar a dudas, la cancha más característica de la
pilota valenciana.
Es un recinto cerrado de forma rectangular de entre 40 y 60 o metros de largo y entre 9 y 11 de ancho.
Es un recinto cerrado de forma rectangular de entre 40 y 60 o metros de largo y entre 9 y 11 de ancho.
Las paredes más largas son denominadas murallas, mientras que
las más cortas se llaman rebotes. Dependiendo del trinquet pueden
existir una serie de galerías o lonjas en la
parte superior de las murallas y frontones en las que se acomoda el público.
Una de las dos murallas cuenta con un elemento singular, la escala.
Esta escalera consta de cuatro escalones de los cuales el primero es más alto
que el resto, contando con una altura de un metro aproximadamente y un ancho de
entre dos metros y medio y tres. Estos escalones son aprovechados por el
público para sentarse y presenciar la partida.
En la cabecera del trinquet, junto a la escalera colocada a la izquierda
del jugador, existe un cuadro de un máximo de 2 m de lado, denominado dau,
necesario para la modalidades de escala i corda y raspall
Además es de destacar la presencia del tamborí. Éste
es un bisel de veinticinco centímetros de ancho por veinticinco de alto (con un
ángulo de 45º por tanto) situado entre la parte inferior de los rebotes, tanto
en el resto como en el dau. El objetivo es matar el bote de la
pelota ofreciendo una mayor variedad de golpes.
Existen numerosos trinquetes a lo largo de la geografía valenciana pero
los dos más destacados son el de Trinquete de Pelayo en Valencia donde
se disputan las partidas más importantes de escala i corda y
el Zurdo de Gandía ya que es conocido como la Catedral
del raspall. También son dignos de destacar el de Benidorm, por sus grandes
dimensiones, el de Villarreal y el de Burriana.
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